Guardacostas de Taiwán encaran el poderío chino cerca de sus islas
Con los rascacielos de la costa china a la vista, el capitán de la guardia costera taiwanesa Huang Heng-chun patrulla las agitadas aguas que rodean un grupo de islas controladas por Taipéi.
Huang junto a su tripulación permanecen en alerta por los barcos de los guardacostas chinos que han ingresado con mayor frecuencia a aguas cercanas a Kinmen, en momentos que Pekín intensifica la presión sobre Taiwán.
China reclama a Taiwán como parte de su territorio y ha amenazado con usar la fuerza para ponerla bajo su control.
A solo dos kilómetros del punto más cercano de China y 200 kilómetros de la isla principal de Taiwán, las islas de Kinmen han estado por décadas en la primera línea de las fricciones entre Pekín y Taipéi.
A finales de octubre, periodistas de AFP obtuvieron la rara oportunidad de acompañar a Huang y sus colegas en su misión de vigilar las aguas alrededor de Kinmen.
Los guardacostas chinos comenzaron a aumentar los patrullajes cerca de Kinmen luego de que dos chinos murieron en febrero de 2024 durante una persecución de guardacostas taiwaneses cerca del pequeño archipiélago.
Desde entonces, "su presencia se ha vuelto mucho más frecuente", comentó Huang a AFP.
Los guardacostas chinos ingresan a aguas de Kinmen cuatro veces por mes, y como resultado "nuestras operaciones de vigilancia se han vuelto mucho más tensas", indicó Huang.
Los patrullajes chinos alrededor de Kinmen son parte de las operaciones de "zona gris" contra Taiwán -tácticas coercitivas que no llegan a ser actos de guerra- dicen analistas y el gobierno taiwanés.
También son una forma en que China pruebe tácticas que pueden ser usadas en un posible bloqueo de Taiwán.
"La meta de ellos es que la gente sienta que estas aguas les pertenecen" a China, declaró Huang. "Pero eso desde luego nunca ha sido cierto, ni en el pasado ni ahora".
- Ampliamente superados -
Los guardacostas taiwaneses realizan patrullajes alrededor de Kinmen las 24 horas del día, apoyados por radares costeros y sistemas de imágenes térmicas para detectar pesqueros, contrabandistas y nadadores chinos.
En los últimos años han tenido un papel más importante en la seguridad taiwanesa, dijo Chia Chih-kuo, subdirector de la Administración de la Guardia Costera de Kinmen-Matsu-Penghu.
Sus tareas incluyen seguir a los barcos chinos y responder a buques sospechosos que se acercan a los cables submarinos de telecomunicaciones de Taiwán.
Pero los recursos de la agencia son insuficientes para sus "misiones cada vez más complejas", dijo Chia. Además, la flota de los guardacostas chinos, la más grande del mundo, los supera por lejos.
Cuando un barco chino de 1.000 toneladas entra a aguas de Kinmen, Taiwán los sigue con barcos de 100 toneladas, los más grandes que tienen.
El personal taiwanés usa radios, altavoces y señales LED para llamar a los chinos a salir.
Sus barcos tienen cañón de agua y una ametralladora de 20 mm, pero se cuidan para evitar una confrontación con posibles "consecuencias inimaginables", según Huang.
"En la mayoría de los países, la guardia costera china sería considerada como una gran marina regional", comentó Alessio Patalano, un especialista en estrategia marítima de King's College de Londres.
Dijo a AFP que por ello no se puede responder con mucha fuerza a su presencia.
"¿Quién se va a arriesgar a una escalada con China (...) por un par de islas que la mayoría no conoce?", cuestionó.
- "Nadie quiere guerra" -
Cuando los comunistas chinos ganaron la guerra civil de 1949, sus rivales nacionalistas huyeron a Taiwán, pero lograron retener Kinmen.
No obstante, sus pobladores mantienen fuertes vínculos con su vecino más poderoso.
China suministra el agua a Kinmen y un servicio de transbordador lleva a los isleños a Xiamen para hacer compras y traer de vuelta turistas chinos.
Pekín ha dejado claro que quiere integrar a Kinmen al profundizar sus conexiones con China.
Los patrullajes de los guardacostas son clave en esos esfuerzos, escribió en julio Erik Green, especialista en las actividades chinas de zona gris para el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
Algunos pobladores de Kinmen dijeron a AFP que apoyan las relaciones cercanas con China para evitar conflictos futuros.
"Nadie quiere una guerra", expresó una mujer de apellido Chen, cuyo hospedaje y restaurante tiene vista a los rascacielos de Xiamen.
Los turistas chinos también quieren que Taiwán sea parte de China.
Ye, un chino de 62 años que solo se identificó por su apellido, afirmó que "se siente como en casa cuando venimos aquí".
Pero Huang tiene claro el papel de los guardacostas en la defensa de la "soberanía y jurisdicción" de Taiwán en estas aguas.
M.Powell--SFF